Durante años, todo me fluía. Los proyectos salían, las oportunidades aparecían y siempre encontraba la manera de avanzar.
Pero hace aproximadamente un año, sin darme cuenta, empecé a caer. Perdí mi capital de trabajo en dos inversiones que no funcionaron. Las trabas eran constantes. Sentía que todo estaba cerrado. Pasé de perder dinero a perder también las ganas de actuar. Me sentía apagado, sin energía, atrapado en un ciclo de distracción y desánimo.
Un día, frente al espejo de mi baño, oré a mi Dios Creador. No me dio una solución mágica en el momento, pero sí me dio algo más valioso: la claridad para ver la raíz de mi problema.
Me mostró que lo que escuchaba, lo que decía y lo que pensaba estaba moldeando mi realidad. Y yo, sin darme cuenta, me estaba programando con pensamientos y palabras negativas.
Al día siguiente, con esa nueva conciencia, sentí la necesidad de escribir. Así nacieron tres canciones. Dios me guió en la melodía, en las palabras y en la intención. Cuando empecé a escucharlas, algo cambió en mi cuerpo. Sentía energía, motivación, ganas de moverme. Repetía y repetía esas canciones, y cada vez me sentía mejor.
Poco a poco, pasé de la apatía a la acción. Volvieron las ideas, pero sobre todo volvió la ejecución. Retomé proyectos, mis finanzas empezaron a fluir y mi estado de ánimo se volvió positivo y constante.
Entendí por qué la élite promueve ciertos ritmos: porque saben el impacto que tienen en la mente, el cuerpo y el alma. Yo decidí usar ese mismo poder para bien.
Hoy, lo que Dios me dio para levantarme, quiero compartirlo contigo: tres canciones de reggaetón melódico que activan tu cuerpo y tu mente. Yo las escuché tantas veces que mis vecinos seguro pensaban que estaba loco… pero no me importaba, porque me hacían sentir vivo otra vez.
Si estás en un momento donde sientes que nada avanza, estas canciones pueden ser el inicio de tu cambio.
A mí me devolvieron la claridad, la energía y la acción. Y eso, no tiene precio.